Cartas de amor ciego

Dicen que el amor es ciego y nos impide ver un montón de cosas, ya sea para bien o para mal. En el artículo de hoy de Amorteca, hemos querido demostrartélo con una pequeña recopilación de cartas de amor que hablan acerca de esto, y que reflejan desde los momentos más felices hasta los más melancólicos. Sea cual sea la que llame tu atención o con la que te llegues a identificar, esperamos que disfrutes con cada una de ellas y por supuesto, que te sientas libre de compartirlas con alguien especial.

ciego

Cuando se ama no existen los defectos ni los errores

Es curioso pensar en la manera en la que me he enamorado de ti, y que no me permite ver ninguna clase de defectos en tu persona. Y es que tú para mí lo eres todo y ciertamente yo por ti, sería capaz de hacer cualquier cosa y pasar por alto tus equivocaciones. Sé que no eres la persona perfecta, ¿pero qué más da? Yo he llegado a amarte con todas tus imperfecciones y aunque no lo creas, me es imposible no pensarte siendo mi todo. Te has convertido en alguien tan especial, que ni siquiera sé donde te habías metido antes.

Te he necesitado sin saberlo por demasiadio tiempo y ahora que te tengo a mi lado, apenas puedo creer la suerte que tengo. Llegaste para cambiar muchas cosas, entre ellas mi manera de pensar y de ver el mundo. Aspectos que jamás me llegué a imaginar y que juraba que siempre serían los mismos. Pero la vida cambia y tú mejor que nadie, has sabido como demostrarmélo.

Si el amor me ha cegado no quiero saber nada más a partir de ahora, porque me siento más feliz de lo que me he sentido nunca. Y todo esto es únicamente gracias a ti. Por todo lo que me has dado y por mostrarme que se puede amar de verdad.

Desde que te conozco nada puede salir mal

No sé como explicar lo que me sucede desde que llegaste a mi vida. Al principio, ni siquiera imaginaba toda la historia que nos tocaría vivir el uno al lado del otro. De haberlo sabido, lo más probable es que me habría sorprendido porque siempre mantuve mi escepticismo, ante las cosas del amor.

Pero contigo todo esto es tan diferente. Desde que te conozco siento que todo va mejor en mi día a día. me basta con ver tu sonrisa para saber que puedo hacer todo lo que me proponga y que nada puede salir mal. Sé que suena como algo tonto, pero tanta es la influencia que tienes tú en mí y las cosas que me has hecho ver, que sencillamente tengo que empezar a creer que enamorarme de ti, es lo mejor que ha podido pasarme en bastante tiempo. Y tengo la sensación de que esto es real y de que tú piensas lo mismo.

No tengo idea de lo que vaya a suceder después de esto, solo sé que quiero hacerlo durar tanto como sea posible y que haré todo lo que este en mi mano para conseguirlo. Porque te quiero como nunca me imaginé que podría hacerlo con alguien. No te mentiré, es algo que me asusta un poco pero que a la vez me hace sentirme inmensamente feliz.

Es fácil cometer locuras cuando estás enamorado

Dije que no lo haría y juré varias veces que jamás me verían equivocarme o ponerme en riesgo por nadie. Tenía tanta confianza en mis palabras, que ni siquiera me preocupé. Pero luego llegaste tú y como yo ni siquiera sospechaba, no supe darme cuenta hasta que ya te habías apoderado de mi corazón. Y ahora siento ganas de reír ante la persona que era antes.

Porque no sé como lo haces, pero me tienes en tus manos. Haría lo que fuera para hacerte feliz y lo sabes. Una mirada me basta para saber que no tengo escapatoria.

Fue tonto de mi parte pensar que este día no llegaría nunca y más aun, subestimarte cuando te conocí. Es muy fácil cometer todo tipo de locuras y hacer cosas que ni te imaginabas cuando estás enamorado. Es relativamente sencillo para mí hacerlo ahora, cuando sé que no quiero separarme de ti y mi corazón ha dejado de pertenecerme. Porque es todo tuyo, al igual que mis pensamientos y todos mis deseos. Y te amo como no tienes una idea.

No supe ver quien eras en realidad

Dime que me equivoqué. Dime que fue muy fácil que te aprovecharas de mí, aprovechando todo el amor que te tenía y que no me dejó ver cuales eran tus verdaderas intenciones. Sé que hice mal en precipitarme y creerte, porque tenía tanta necesidad de amar a alguien y ver mis sentimientos correspondidos, que simplemente no me detuve a ver lo absurdo que se había vuelto todo a mi alrededor.

Tú siempre me dijiste que estarías a mi lado y que no me lastimarías. Decidí creerte, porque quería de verdad hacerte feliz y sentir lo que es la felicidad a tu lado. No supe ver lo que ocultabas, ni lo que en realidad eras. Alguien que se conforma con engañar y vivir de las ilusiones de los demás, porque las suyas propias se rompieron hace bastante tiempo. Incluso te compadezco aun después de todo el daño que me hiciste, porque mis intenciones fueron buenas todo el tiempo pero tú, jamás lograrás llenar ese vacío que tratas de ignorar a costa de mentiras.

Sé que voy a estar bien después de todo y aprenderé a no entregar mi corazón tan rápido. Esa fue la única lección positiva que me enseñaste: debo conocer mejor a la persona de la que me enamoro, antes de darlo todo por ella.

Me hiciste caer en tu trampa

Desde el principio quisiste jugar un juego en el que te vi como mi oponente y traté de resistirme, intenté no darte la victoria queriendo evitar enamorarme de ti, pero al final todo fue en vano. Y no sabes como me duele tener que aceptarlo, porque tú no te mereces ni el mínimo de mis sentimientos. Porque simplemente no me di cuenta de cuando deje de ser el otro jugador, para convertirme en una pieza más dentro de tu tablero de ajedrez. Y porque tú no tuviste el más mínimo remordimiento de aprovecharte de eso. Mi vista estaba tan cegada por el amor que te tenía, que jamás me paso por la cabeza el querer liberarme de la influencia que tuviste sobre mí.

No dejo de echarme la culpa por eso, debí tomar mis precauciones y saber que en esta partida no podíamos ganar los dos. Debí anteponer mi instinto de supervivencia y aferrarme a mi orgullo, para no amarte de una forma tan dolorosa. ¿Por qué no lo hice? Era todo lo que me habría bastado desde el principio. Ahora no solo conozco el sabor de la derrota, sino que no puedo evitar que mi corazón se ponga a palpitar con más fuerza al escuchar tu nombre.

Quiero olvidarme de ti y recordar que no te mereces mis pensamientos ni mis lágrimas. Pero no puedo. Se me cayó la venda de los ojos, pero aun persiste la que tengo en el corazón.