Cuando el tiempo cura las heridas

Hay veces en las que los sentimientos nos dan las lecciones más importantes y también las más dolorosas, pues nos enseñan que los momentos que vale la pena vivir también son los que hay que dejar ir más a menudo. Cada vez que amaste a alguien con intensidad, cada vez que creíste encontrar al amor de tu vida o que confiaste en otra persona con todo tu corazón, marcan experiencias que te acompañarán para siempre y de las que no te podrás desprender. Pero los años que pasan también te van mostrando que la mejor manera de lidiar con el dolor, es seguir adelante a pesar de esos tropiezos en el camino.

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Los instantes valiosos y los que nos hacen daño, nos hacen darnos cuenta de lo valiosa que es nuestra vida como para malgastarla viviendo en el recuerdo y en esos amores que nunca pudieron ser. Cuando el tiempo cura las heridas y las cierra dejando cicatrices en nuestra alma, los días que nos esperan por delante parecen algo incierto y al mismo tiempo maravilloso por vivir.

No hay nada como caer en la cuenta de que eres más fuerte que antes y que, aunque hay cosas que persisten en lo más profundo de tu persona, has tenido la fortaleza para soportarlas sin importar que.

Así sucede con las personas que entran y salen de tu vida, con los amigos que llegan para quedarse y con los que se van, con las decepciones, con los romances fallidos y las desilusiones. Así sucede con todas esas cosas que son tan necesarias para vivir, porque vivir no es solo sentirte capaz de reír como nunca, sino también soportar los golpes que el mundo te da sin dejar de avanzar. Porque mientras el reloj sigue avanzando, tú dejas de ser el mismo para siempre.