Cuando te marchaste
En el instante en que llegaste a mi vida jamás imaginé cuando importante llegarías a ser para mí, y para ser sinceros, hay veces en las que preferiría no haberlo descubierto. Porque ahora que no estás siento un vacío muy grande en mi interior, que presiento que jamás podré llenar. Pusiste mi mundo entero de cabeza y aunque me diste los momentos más felices, también me has hundido en la absoluta tristeza porque tú eras como mi sol. Ahora, mi cielo está siempre nublado.
No importa cuanto trate de seguir viviendo sin recordarte, serás una memoria que todo el tiempo habrá de dejar su huella en mi corazón. No fue justo que decidieras irte cuando en primer lugar, jamás te pedí que interfirieras. Pero tuviste que mostrarme lo que era la felicidad a tu lado y luego arrebatármela por completo.
Muchas cosas se quedaron sin decir cuando te marchaste. Cosas que me hubiera gustado que escucharas y que siempre me arrepentiré de no haber dicho a tiempo. No sabes cuanta falta me haces.
Jamás comprenderá porque esto tuvo que terminar así, si no fue suficiente para ti o si hice algo por lo que debiera culparme. Lo cierto es que nunca volveré a ser la misma persona, porque ahora hay un antes y después de ti. Y desde el maldito momento en que decidí entregarte mi corazón, mi suerte cambio de manera increíble. Es extraño ponerte a pensar en como las cosas más bellas pueden reducirse a la nada y en que detrás de cualquier relación aparentemente feliz, pueden ocultarse demasiados detalles que amenazan con quebrarla.
¿Sabes qué es lo peor? Que si algún día decides volver, yo estaré aquí como siempre. Esperando. Sin pensar en el sufrimiento, estaré feliz de volver a estar entre tus brazos. Lo merezcas o no.