Desde que te fuiste
Me he permitido lidiar con tu ausencia, porque el día en que te marchaste algo se rompió dentro de mí y supé que no sería capaz de enamorarme de nuevo. Lo más doloroso es que hay una parte de mí que insiste en esperarte, siempre pensando en los bellos momentos y manteniendo una esperanza que a estas alturas, ya no sé si tenga una razón para seguir en pie. Es la costumbre, supongo, la que no me deja olvidarte por completo.
A ratos te odio con la misma intensidad con la que te quiero. ¿Por qué tuviste que dejarme en medio de esta soledad? Es muy difícil seguir adelante y darme una nueva oportunidad para amar, porque temo que tú te has llevado cuanto había en mí para cumplir con ese cometido. Te marchaste con mis ilusiones, con mis besos y esas ganas que tenía de quererte; con ese gran amor que hasta la fecha, te sigo guardando sin saber bien porque. Tú has sabido ser el peor de mis tormentos.
Desde que te fuiste, el mundo que me rodea ha dejado de tener el menor sentido. Y yo trató de encontrárselo, en cada cosa que miro o que escucho. Pero ¿qué crees? Debo estar enloqueciendo porque incluso esos pequeños detalles me recuerdan a ti.
No quiero seguirte pensando y tampoco quiero dejarte ir. Quiero conservarte en rincón profundo de mi mente y arrancarte por completo de mi corazón. Es algo que por más que lo pienso, no soy capaz de comprender y lentamente está acabando conmigo. Supongo que cuando te conocí, el amor tocó a mi puerta de una manera que habría de olvidar jamás y ahora me niego a perderlo, aunque estoy empezando a sospechar que realmente nunca fue mío por completo.
Ahora, solo me pregunto si volverás.