El tener que decir adiós
Encontrar el amor es como hallar un tesoro en medio del lugar más inesperado, a veces te lo topas en medio de un basurero, en un elevador o en cualquier otro rincón que tenías olvidado, y que no tiene nada que ver con las historias románticas que nos cuentan los libros y las películas. Pero en otras ocasiones tienes que aprender a aceptar que nada es para siempre, ni siquiera esas aventuras fantásticas que pasaste al lado de quien quisiste tanto y que creías que nunca se iban a terminar. Sucede que las personas que más amamos también se van.
Son seres que aperecen en nuestro camino para acompañarnos una parte del recorrido y que se pueden bajar en cualquier estación. Son presencias a las que hay que valorar y con las cuales hay que atesorar momentos, porque uno nunca sabe cuando se van a terminar; especialmente cuando se ama con todo el corazón.
No es fácil ni agradable para nadie el tener que decir adiós, el tener que seguir adelante cuando te sientes tan vacío por dentro y solo queda la ausencia de ese alguien que significó tanto en tu vida. Nadie puede pensar en seguir avanzando cuando su razón para hacerlo se ha ido.
¿Por qué las despedidas siempre conllevan tanta tristeza? ¿Por qué nos predisponen tanto a no querer abrir nuestros sentimientos a nadie más? Tal vez sean dolorosas, pero si lo piensas bien, vale la pena poder vivir instantes llenos de felicidad aunque después nos tengamos que desprender de ellos. Porque es mejor eso que nunca haberlos conocido. Y es mejor haber amado con gran intensidad a alguien que lo fue todo, que no haber conocido jamás ese sentimiento.
El amor es el mayor tesoro de todos y aunque no lo parezca, prevalece aún después de decir adiós.