Tus manos
Tus manos siempre me dieron el apoyo que necesite cuando sentía decaer mi voluntad
tersas como la suave brisa del verano otorgada en una caricia
pero firmes al igual que el sentimiento que compartíamos con cada amanecer
no conocían de límites cuando de explorar las mías se trataban
y al ir más allá tocaban cada fibra de mi corazón y de mis sueños.
Finas y cálidas, bellas como no he visto otras
a veces repletas de determinación cuando sostenían mi rostro y me mirabas a los ojos
otras frágiles como hojas que se deslizan como el otoño
demostrándome que también eres un ser humano con errores
pero todo el tiempo presentes para mí, sin reproches.
Tus manos supieron como desvanecer todas las sombras de mis miedos
que sobre mí llegaron a cernirse portando el velo del pasado
me comprendieron llegando a sostener cada una de mis lágrimas
y también recibieron el calor de mis labios
pues en ellas encontré esa ternura que necesitaba.
Hermosas como un paisaje de primavera que nunca termina
suaves al igual que la niebla que rodea cada uno de mis sueños
recorrieron incontables veces un sendero entre mi boca y mi mirada
y yo supe perderme en ellas porque no hay ni habrá nada en el mundo
una sensación que me guste más que la de tenerlas en torno a mí.
Tus manos me llenaron de pequeñas ensonaciones
que brotaban de la punta de tus dedos como luces en la oscuridad
iluminaban mi mundo con cada gesto, cada palabra, cada acción
detenían el tiempo y los relojes se volvían a nosotros en complicidad
entendí entonces que jamás quería separarme de tu lado.
Porque cada batalla que libro vale la pena si estás ahí
y mi existencia se encuentra irremediablemente ligada a la tuya
en esta y otras vidas.